jueves, 15 de marzo de 2012

¿ Por qué no podemos decir no ?
¿ Tiene que ver con la autoestima ?
En este vídeo, la psicóloga Liliana Cabouli nos da una breve explicación.
                            
                                                  María Jesús y Sandra
                 

http://youtu.be/L8V8EY-Px-I

martes, 13 de marzo de 2012

Los Micromachismos


PARA PODER SANAR necesitamos conocer lo que precisamos liberar.
Es importante que las mujeres y los hombres reconozcan estas actuaciones por lo que son e implican, pidiendo la guía a Dios para responder a estas situaciones con la Verdad, el Amor y la Voluntad que permiten sanar la relación a una relación más sincera y verdadera o disolverla si no hay interés en crecer.
Este es un tiempo de Verdad para el planeta donde lo que en otro tiempo fue oscuro, ahora es revelado, esto no indica que los hombres en si sean malos ni mucho menos, sino que durante miles de año han mantenido el poder sobre la mujer en todos los ordenes de la vida y por tanto saben mantenerlo y se ha aceptado como un patrón normal de actuación lo que en realidad no lo es.
                       
                     MICROMACHISMOS:LA VIOLENCIA INVISIBLE EN LA PAREJA
                                      
  por  Luis Bonino Méndez 






LOS MICROMACHISMOS     
Resumen:

 En este artículo se ponen en evidencia los comportamientos "invisibles" de violencia
y dominación, que casi todos los varones realizan cotidianamente en el ámbito de las relaciones de pareja. Dichos comportamientos, definidos como los micromachismos", son descriptos, clasificados (coercitivos, encubiertos o de crisis) y analizados sus efectos sobre la autonomía y psiquismo de las mujeres. 
Para favorecer la igualdad de género, los varones deben reconocer y transformar estas actitudes, grabadas firmemente en el modelo masculino.
Palabras clave: violencia doméstica, micromachismo, varones, pro-feminismo.
"Es preciso comprender cómo las grandes estrategias de poder se incrustan, hallan sus
condiciones de ejercicio en microrrelaciones de poder... Designar estas microrrelaciones, denunciarlas, decir quién ha hecho qué, es una primera transformación del poder. Para que una cierta relación de fuerzas pueda no solo mantenerse, sino acentuarse, estabilizarse, extenderse, es necesario realizar maniobras..."

Introducción
Mujeres maltratadas, varones violentos: dos dramáticos aspectos de las asimétricas relaciones de género. En todo el mundo occidental, la violencia (masculina) hacia las mujeres se torna evidente y se des-legitima de forma creciente. Cada vez más, los dispositivos jurídicos y sanitarios ejercen acciones sobre las personas   involucradas, y el campo de la salud mental no es ajeno a ello.

Sin embargo, la deslegitimación y los abordajes legales y terapéuticos se han realizado casi exclusivamente sobre las formas evidentes, máximas y trágicas de dicha violencia y sus efectos. Pero, si pensamos que la violencia de género es toda acción que coacciona, limita o restringe la libertad y dignidad de las mujeres, podemos comprobar que quedan ignoradas múltiples prácticas de violencia y dominación masculina en lo cotidiano, algunas consideradas normales, algunas invisibilizadas y otras legitimadas, y que por ello se ejecutan impunemente.
Desconocedores de ellas, muchas mujeres, profesionales de la salud y familiares (y a veces los varones, ya que muchas de ellas son no conscientes) no las perciben, o lo hacen acríticamente, con lo que contribuyen a perpetuarlas.

Mi propósito en estas líneas es poner en evidencia estas prácticas, a las que algunos autores llaman pequeñas tiranías, terrorismo íntimo o violencia "blanda" y yo, desde 1991, he denominado "micromachismos" (mM). Para ello, trataré de describirlas y visibilizarlas,
tomando en este caso el ámbito de la pareja, y analizando además sus efectos en la mujer, el
varón y su relación. Tomaré como base descriptiva a la pareja heterosexual de convivencia con hijos/as, lo que no significa que en las otras formas de pareja estas prácticas no existan.
Creo que es importante develar estos mecanismos como parte de la tarea de hacer un análisis crítico de las injusticias de la vida cotidiana. Si pensamos desde una óptica de igualdad entre los géneros, visibilizarlos es un primer paso para intentar su neutralización y posterior
desactivación en las relaciones entre mujeres y varones, para contribuir a modificar los juegos de dominio y permitir el desarrollo de relaciones más cooperativas, honestas e igualitarias en derechos y obligaciones. (Miller, 1996)


PODER Y GÉNERO
Introducirnos en la visibilización de estas prácticas supone tener claro previamente que en las relaciones de mujeres y varones no se juegan sólo diferencias sino sobre todo desigualdades,es decir situaciones de poder y estrategias de su ejercicio. Por eso, antes de abordar los mM y para entender más su ejecución, voy a apuntar algunas ideas que hacen a la comprensión del tema del poder entre los géneros, y que están sustentadas en pensamientos de Foucault y los estudios feministas aplicados a las familias y a las parejas.
El poder no es una categoría abstracta; el poder es algo que se ejerce, que se visualiza en las interacciones (donde sus integrantes lo despliegan). Este ejercicio tiene un doble efecto: opresivo, pero también configurador en tanto provoca recortes de la realidad que definenexistencias (espacios, subjetividades, modos de relación, etcétera).
La palabra "poder" tiene dos acepciones popularmente utilizadas: una es la capacidad de hacer, el poder personal de existir, decidir y autoafirmarse. Es el poder autoafirmativo. Este poder requiere para su ejercicio una legitimidad social que lo autorice (y esta legitimidad sólo
la han obtenido hasta hace muy poco los varones). La otra acepción: la capacidad y la posibilidad de control y dominio sobre la vida o los hechos de los otros, básicamente para lograr obediencia y lo de ella derivada. Es el poder de dominio. Requiere la tenencia de recursos (bienes, poderes o afectos) que aquella persona que quiera controlarse no tenga y valore, y de medios para sancionarla y premiarla. En este segundo tipo de poder, que es el de quien ejerce la autoridad, se usa la tenencia de los recursos para obligar a interacciones no recíprocas, y el control puede ejercerse sobre cualquier aspecto de la autonomía de la persona a la que se busca subordinar (pensamiento, sexualidad, economía, capacidad decisoria, etcétera).
La desigual distribución del ejercicio del poder de dominio conduce a la asimetría relacional. La posición de género (femenino o masculino) es uno de los ejes cruciales por donde discurren estas desigualdades de poder, y la familia/pareja, uno de los ámbitos en que se manifiesta. Esto es así porque nuestra cultura patriarcal ha legitimado la creencia de que el masculino es el único género con derecho al poder autoafirmativo: ser varón supone tener el derecho a ser individuo pleno con todos sus derechos (y derecho a ejercerlos).
La cultura androcéntrica niega ese derecho a las mujeres. Así los varones quedan ubicados como
superiores, y por creerse superiores, es que sienten que tienen derecho a tomar decisiones o a expresar exigencias a las que las mujeres deben sentirse obligadas. Es decir, ejercer poder de control y dominio sobre ellas quienes quedan en lugar subordinado. La ecuación "protección a cambio de obediencia", clave del contrato de pareja tradicional refleja un importante aspecto de esta situación y demuestra la concepción del dominio masculino en la pareja.

A esto se agrega además la creencia que el espacio doméstico y de cuidado de las personas es patrimonio femenino, reservándose el varón el espacio público al cual se define como superior.
Este poder de dominio masculino, arraigado como idea y como práctica en nuestra cultura se mantiene y se perpetúa, entre otras razones por:

• La división sexual del trabajo, que aún adjudica a la mujer el espacio doméstico,
• Su naturalización y su inscripción axiomática en las mentes de mujeres y varones.
• La falta de recursos de las mujeres y la deslegitimación social de su derecho a ejercer el poder autoafirmativo.

• El uso por los varones del poder de macrodefinición de la realidad y del poder de microdefinición, que es la capacidad y habilidad de orientar el tipo y el contenido de las interacciones cotidianas en términos de los propios intereses, creencias y percepciones.

Poder llamado también de puntuación que se sostiene en la idea del varón como autoridad que define que es lo correcto (Saltzman, 1989).

• La explotación de las femeninas capacidades de cuidado y de ayudar a crecer a seres humanos (el llamado "poder del amor" - Jonnasdotir, 1993) en las que nuestra cultura hace expertas a las mujeres.
Suele decirse que también todas las mujeres en su modo de ser tradicional también ejercen poder, sobre todo los llamados "poderes ocultos": el poder de los afectos y el cuidado erótico y maternal? Pero, ¿son éstos reales poderes de dominio? No, simplemente pseudopoderes: esfuerzos de influencia sobre el poder masculino y poder gerencial sobre lo delegado por la cultura patriarcal que le impone la reclusión en el mundo privado.

Lo paradójico es que en este mundo se le alza a la mujer un altar engañoso y se le otorga el titulo de reina, titulo paradójico ya que no puede ejercerlo en lo característico del dominio y la autoridad (la capacidad de decidir por los bienes y personas y sobre ellos), quedando sólo con la posibilidad de intendencia y administración de lo ajeno.

Este tipo de pseudopoder es característico de los grupos subordinados, centrados en 'manejar" a sus superiores. Como en ellos, la mayoría de las mujeres se hacen expertas en leer las necesidades y en satisfacer los requerimientos del varón, logrando ser valorada por su eficiencia y exigiendo algunas ventajas a cambio. Sus necesidades y reclamos no pueden expresarse directamente, y por ello se hacen por vías 'ocultas", básicamente las quejas y reproches (a los que los varones rápidamente se hacen inmunes). Por supuesto que algunas mujeres también tienen poder, pero esto es aún historia reciente y minoritaria.

Las situaciones de poder y desigualdad suelen ser invisibilizadas en las relaciones de pareja, llevando a la creencia de que en ellas se desarrollan prácticas recíprocamente igualitarias y ocultando la mediatización social que adjudica a los varones, por el hecho de serlo, un plus de poder del que carecen las mujeres.

Si bien no todas las personas se adscriben del mismo modo a su posición de género (hay mujeres y varones dominantes, sometidos o igualitarios), y aunque el discurso de la superioridad masculina esta en entredicho en casi todo Occidente, el poder del modelo tradicional de la "superioridad" masculina como configurador de hábitos y comportamientos masculinos sigue siendo enorme. Los mM son uno de esos comportamientos, quizás los más frecuentes con los que los varones expresan y defienden su supuesta superioridad y su derecho a ejercer dominio sobre las mujeres.

A pesar de los cambios las creencias ancestrales aún oscurecen las injusticias, aplauden las conductas masculinas y censuran a la mujer que asume otras competencias. Por ello la tarea a realizar en pos de la igualdad es aún de gran envergadura. En estas líneas elijo una tarea de las muchas posibles: poner en evidencia a los varones, decir qué de su poder de dominio se juega en lo cotidiano. Los varones siguen ejerciendo dominio y es importante conocer sus modos para contribuir a la transformación de las relaciones.


 LOS MICROMACHISMOS
Como expresé anteriormente, los mM son prácticas de dominación y violencia masculina en la vida cotidiana, del orden de lo "micro", al decir de Foucault, de lo capilar, lo casi imperceptible,lo que está en los limites de la evidencia. El prefijo "micro" del neologismo con el que nombro a estas prácticas alude a esto.

Decidí también incluir "machismo" en el término acuñado porque, a pesar de ser una palabra de significado ambiguo (en tanto designa tanto la ideología de la dominación masculina como los comportamientos exagerados de dicha posición), alude en el lenguaje popular, a una connotación negativa de los comportamientos de inferiorización hacia la mujer, que era lo que quería destacar en el término.

Los mM comprenden un amplio abanico de maniobras interpersonales que impregnan los comportamientos masculinos en lo cotidiano. En la pareja, que será el ámbito del que me ocuparé, se manifiestan como formas de presión de baja intensidad más o menos sutil, con las
que los varones intentan, en todos o en algunos ámbitos de la relación (y como en todas las violencias de género):
• imponer y mantener el dominio y su supuesta superioridad sobre la mujer, objeto de la maniobra;
• reafirmar o recuperar dicho dominio ante la mujer que se "rebela" de "su" lugar en el vínculo;
• resistirse al aumento de poder personal o interpersonal de la mujer con la que se vincula, o aprovecharse de dichos poderes;
• aprovecharse del "trabajo cuidador" de la mujer.
Es decir, los mM son microabusos y microviolencias que procuran que el varón mantenga su propia posición de género creando una red que sutilmente atrapa a la mujer, atentando contra su autonomía personal si ella no las descubre (a veces pueden pasar años sin que lo haga), y sabe contra maniobrar eficazmente. Están la base y son el caldo de cultivo de las demás formas
de la violencia de género (maltrato psicológico, emocional, físico, sexual y económico) y son las "armas" masculinas más utilizadas con las que se intenta imponer sin consensuar el propio punto de vista o razón.


Comienzan a utilizarse desde el principio de la relación y van moldeando lentamente la libertad femenina posible. Su objetivo es anular a la mujer como sujeto, forzándola a una mayor disponibilidad e imponiéndole una identidad "al servicio del varón", con modos que se alejan mucho de la violencia tradicional, pero que tienen a la larga sus mismos objetivos y efectos: perpetuar la distribución injusta para las mujeres de los derechos y oportunidades.
Los varones son expertos en estas maniobras por efecto de su socialización de género que les inocula la creencia en la superioridad y disponibilidad sobre la mujer. Ellos tienen, para utilizarlas validamente, un aliado poderoso: el orden social, que otorga al varón, por serlo, el
"monopolio de la razón" y, derivado de ello, un poder moral por el que se crea un contexto inquisitorio en el que la mujer esta en principio en falta o como acusada: "exageras' y "estas loca" son dos expresiones que reflejan claramente esta situación (Serra, 1993). Aun los
varones mejor intencionados y con la autopercepción de ser poco dominantes los realizan, porque están fuertemente inscritos en su programa de hábitos de actuación con las mujeres.


Algunos mM son conscientes y otros se realizan con la " inocencia" del hábito inconsciente. Con ellos los varones no solo intentan instalarse en una situación favorable de
poder, sino que internamente buscan la reafirmación de su identidad masculina -asentada fuertemente en la creencia de superioridad y en la necesidad de control- y satisfacer deseos de dominio y de ser objeto de atención exclusivo de la mujer. Además, mantener bajo dominio a
la mujer permite también mantener controlados diversos sentimientos que la mujer provoca, tales como temor, envidia, agresión o dependencia. (Bonino, 1990). Dos mecanismos psicológicos favorecen el sostenimiento de estas prácticas como de otras que conducen al
racismo, la xenofobia o la homofobia: uno, la objetificación (la creencia de que solo algunos varones -blancos- heterosexuales tienen estatus de persona permite percibir, en este caso, a las mujeres como "menos" persona, negándoles reconocimiento y justificando el propio accionar abusivo -Britann, 1989), y otro, la identificación proyectiva (la inoculación psicológica de actitudes, invadiendo el espacio mental ajeno). Si bien estos aspectos no serán desarrollados en este trabajo, no pueden ignorarse a la hora de trabajar en la desactivación de estas maniobras.


Puntualmente, los mM pueden no parecer muy dañinos, incluso pueden resultar normales o intrascendentes en las interacciones, pero su poder, devastador a veces, se ejerce por la reiteración a través del tiempo, y puede detectarse por la acumulación de poderes de los varones de la familia a lo largo de los años. Un poder importante en este sentido es el de crearse y disponer de tiempo libre a costa de la sobreutilización del tiempo de la mujer. Por ello, suelen producir, sobre todo en las relaciones de larga duración, diversos efectos de malestar psicofísico que frecuentemente son motivo de consulta a los dispositivos de Salud, y que al invisibilizarse su producción intersubjetiva suelen atribuirse a "ciertas" características femeninas. Más adelante nos referiremos a esos efectos. Su ejecución brinda "ventajas",algunas a corto y otras a largo plazo para los varones, pero ejercen efectos dañinos en las
mujeres, las relaciones familiares y ellos mismos, en tanto quedan atrapados en modos de relación que convierten a la mujer en adversaria, impiden el vinculo con una compañera y no aseguran el afecto (ya que el dominio y el control exitoso solo garantizan obediencia y generan resentimientos).


Antes de seguir adelante, y teniendo en cuenta que quien escribe estas líneas es un varón, quisiera detenerme para realizar una reflexión: Para las mujeres, pensar estas cuestiones y reconocer estas prácticas que atañen a los modos en que los varones las colocan en lugares subordinados, puede ser fácil, iluminador y enriquecedor. No tanto para los varones, ya que hacerlo pone al descubierto las ventajas masculinas en relación con las mujeres y obligan por ello al consiguiente dilema ético de como posicionarse frente a esta injusta situación. Sería más fácil hablar de la violencia y dominaciones de los "otros " varones,los que realizan las violencias muy visibles, pero hablar de los mM, que son parte habitual de(nuestro) comportamiento masculino es más difícil pues ello supone reconocer también en nosotros (varones) los hábitos de dominación y tener que decidir qué hacer con ello.

Y también difícil intentar como varón estar atento a visibilizar los mM y a exponerlos públicamente, ya que supone mostrar las trampas masculinas y, arriesgarse a ser tomado por el "club" varonil como un "traidor" que critica y muestra las "armas secretas" que usamos habitualmente con las mujeres. Difícil además porque supone cuestionar nuestra identidad, fuertemente asociada a la creencia de tener poder sobre las mujeres. Pero, si uno se posiciona contra la violencia de género y a favor de la igualdad debe aceptar el la dificultad y enfrentar el desafío de realizar una autocrítica de la propia posición y prácticas de dominio, y no solo apoyar a las mujeres desde un paternalismo que se pone por fuera del problema, ni trabajar sólo para transformar alos otros varones como si uno pudiera estuviera exento de los hábitos patriarcales.

Ahora sí sigamos con los mM. Como decía anteriormente, los varones infiltran de estas maniobras la vida cotidiana. Los mM son innumerables, a veces son considerados comportamientos normales y se realizan en combinaciones complejas. Sin embargo, una vez alertados sobre su existencia y atentos a los comportamientos masculinos se pueden ir descubriendo diferentes agrupaciones de mM con características particulares que pueden ser descriptas y evidenciadas con mayor precisión.

Esto ha sido uno de mis intereses en estos últimos años. Así, desde la práctica clínica, la observación de la vida cotidiana con la lente de la igualdad de género, y la bibliografía he ido construyendo una clasificación en tres categorías para permitir aprehenderlos mejor. Dichas categorías son: los mM coercitivos (o directos), los encubiertos (de control oculto o indirecto) y los de crisis. Cada una de ellas comprende un repertorio de maniobras, a las que he ido designando y definiendo, en el intento siempre difícil de su visibilización. Quizás estas descripciones animen al lector a ir develando otras, de las cuales impensadamente (o no) es sujeto u objeto. Vayamos ahora sí, a descubrir los mM.
                        
 MICROMACHISMOS COERCITIVOS 







En estos mM, el varón usa la fuerza (moral, psíquica, económica o de la propia personalidad), para intentar doblegar a la mujer, limitar su libertad y expoliar el pensamiento, el tiempo o el espacio, y restringir su capacidad de decisión. La hacen sentir sin la razón de su parte y ejercen su acción porque provocan un acrecentado sentimiento de derrota cuando comprueba
la pérdida, ineficacia o falta de fuerza y capacidad para defender las propias decisiones o razones. Todo ello suele promover inhibición, desconfianza en si misma y disminución de la autoestima, lo que genera más desbalance de poder.

En la siguiente enumeración, como en la de las otras categorías que realizaré más adelante, procuraré nombrar, en un desordenado orden, algunas de los mM y sus características que he podido comprobar con más frecuencia.

Intimidación

Este es un mM que está en el límite entre la violencia psicológica y los mM propiamente dichos.
Maniobra atemorizante que se ejerce cuando el varón ya tiene fama (real o fantaseada) de abusivo o agresivo. Da indicios de que si no se le obedece, 'algo" podrá pasar. Implica un arte en el que la mirada, el tono de voz, la postura y cualquier otro indicador verbal o gestual   pueden servir para atemorizar. Para hacerla creíble, es necesario, cada tanto, ejercer alguna muestra de poder abusivo físico, sexual o económico, para recordarle a la mujer que le puede pasar si no se somete. A largo plazo se crea generalmente una situación en la que el varón
logra no ser molestado en lo que a él no le gusta, y no estar disponible para nadie, salvo para
sí mismo.

Control del dinero

Gran cantidad de maniobras son utilizadas por el varón para monopolizar el uso o las decisiones sobre el dinero, limitándole su acceso a la mujer. Basado este mM en la creencia que el dinero es patrimonio masculino, sus modos de presentación son muy variados: no
información sobre usos del dinero común, control de gastos y exigencia de detalles, retención - lo que obliga a la mujer a pedir- (Coria, 1992), etc. Se incluye también en este apartado la negación del valor económico que supone el trabajo doméstico y la crianza y el cuidado de losniños.
  
No participación en lo doméstico

Basada en la creencia que lo doméstico es femenino y lo público masculino, por este grupo de maniobra se impone a la mujer hacerse cargo del cuidado de algo común: el hogar y las personas que en ella habitan. Es una práctica de sobrecarga por omisión, que el varón justifica apelando a su rol de "proveedor" al que no se puede agobiar más de lo que soporta en su trabajo (es paradójico que esta justificación la realizan aun varones que no son los principales proveedores de o económico, con lo que imponen la "doble jornada" a la mujer que trabaja)
Uso expansivo-abusivo del espacio físico y del tiempo para sí

Este grupo de mM se apoyan en la idea de que el espacio y el tiempo son posesión masculina,
y que por tanto la mujer tiene poco derecho a ellos. Por tanto su apoderamiento es natural y no se piensa en la negociación de espacios y ni de tareas comunes que llevan tiempo. Así, en cuanto al espacio en el ámbito hogareño, el varón invade con su ropa toda la casa, utiliza para su siesta el sillón del salón impidiendo el uso de ese espacio común, monopoliza el televisor u
ocupa con las piernas todo el espacio inferior de la mesa cuando se sientan alrededor de ella, entre otras maniobras (Guillaumin, 1992). Y en cuanto al tiempo: el varón crea tiempo de descanso o diversión a costa de la sobrecarga laboral de la mujer (por ejemplo utilizar el fin de semana para "sus" aficiones, o postergar su llegada a casa luego del trabajo), evita donar tiempo para otros, o define como "impostergables" cierta actividades que en realidad no lo son y que lo alejan del hogar. Como decía previamente, esto tiene como efecto que, en promedio
los varones tengan más tiempo libre que las mujeres (y a costa de ellas).
Insistencia abusiva

Conocido popularmente como "ganar por cansancio", este mM consiste en obtener lo que se quiere por insistencia inagotable, con agotamiento de la mujer que se cansa de mantener su propia opinión, y al final acepta lo impuesto a cambio de un poco de paz.

Imposición de intimidad

Este mM consiste en una acción unidireccional de acercamiento cuando el varón desea, es una
práctica coactiva en cuanto el varón no se molesta en negociar movimientos hacia la intimidad.
Muy típico ejemplo de esto es la seducción forzada cuando él quiere sexo.

Apelación a la "superioridad" de la "lógica" varonil

En este grupo se recurre a la "razón" (varonil) para imponer ideas, conductas o elecciones desfavorables a la mujer. Utilizada por varones que suponen que tienen la 'única" razón o que la suya es la mejor. No tienen en cuenta los sentimientos ni las alternativas y suponen que exponer su argumento les da derecho a salirse con la suya. No se cesa de utilizar hasta que la mujer dé lógicas razones (las del varón, por supuesto), y obligan a que ella tenga muy en claro su propia posición si no quiere someterse. Provoca intenso agobio. Ejemplo frecuente donde este mM se manifiesta es en el momento de decidir la elección del lugar de vacaciones, si a la mujer no le gusta el lugar elegido por el varón de la pareja.
Es muy eficaz con mujeres que tienen un modo perceptivo o intuitivo de abordaje de la realidad. Una maniobra especial en este grupo es la monopolización de la definición de la "seriedad" o no de los temas de discusión por parte del varón: ¡yo no hablo de tonterías!, es una frase que la sintetiza.

Toma o abandono repentinos del mando de la situación Estas son maniobras o menos sorpresivas de decidir sin consultar, anular o no tener en cuenta las decisiones de la mujer, basados en la creencia del varón de que él es el único que tiene poder de decisión. Ejemplo prototípico de esta maniobra es la monopolización del zapping con
el mando a distancia del televisor. El cortocircuito es un tipo especial de maniobra de este grupo: consiste en tomar decisiones sin contar con la mujer en situaciones que la involucran, y en las que es difícil negarse, por ejemplo: invitaciones a ultimo momento de personas
importantes: jefes. parientes, etcétera (Piaget, 1993).